viernes, 20 de noviembre de 2015

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    Podemos observar que Baho no solo utilizaba imágenes visuales; la verdad puede percibirse con cualquiera de los sentidos.
    Otro japonés que supo cultivar el haiku con maestría fue Issa (1763-1827). No era precisamente ése su nombre sino que adoptó esa palabra para nombrarse cuyo significado es "taza de té" o "simplemente burbuja en té remojado". Este poeta que se hizo "bonzo" (sacerdote budista), luego de visitar a su padre del cual se había alejado, estudiará haiku en una escuela fundada por Basho. Se casó dos veces. En el primer matrimonio fue muy desdichado. Es en el último donde halla cierta estabilidad espiritual y momentos de regocijo. Fue catalogado como un poeta atípico en su cultura, "el menos japonés de los haikuistas", pero su obra trascendió superando las barreras de los convencionalismos. La naturaleza siempre está sugerida en sus haiku. Tal vez Issa haya sido quien mejor interpretó las enseñanzas de Basho quien decía a sus discípulos: " El haiku es simplemente esto que llega en un lugar y en un momento." Para Basho, la soledad era placer; para Issa, pura tristeza. Pero ambos,sin embargo, llegaron a la misma meta y, aunque por distintos caminos, lograron con solo 17 sílabas, pintar la sublime   simplicidad del instante iluminador que es el satori, a través del haiku.

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