jueves, 19 de noviembre de 2015

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    Es muy difícil y hasta imposible, tratar de definir o explicar un haiku pues como dice el Licenciado Guillermo Goicochea en su ensayo "EL HAIKU: EL OTRO PENSAR, LA OTRA POESÍA, se corre el riesgo de equivocar el camino como "el dedo apuntando a la luna". Para llegar a comprenderlo o aproximarse a su comprensión, será necesario lograr "un estado mental-emocional" que nos permita no separarnos de las cosas que nos rodean porque nosotros formamos parte de ellas en el Gran Universo, pero sí conservar nuestra propia individualidad que nos hace únicos e irrepetibles como el mismo haiku. Esta "reunión" de nosotros mismos con las cosas nos instala en el lugar ideal donde la verdad se muestra y desde donde "podremos acceder a su desocultamiento." Esto es "ser con todas las cosas" y, precisamente, traer "de lo in-hablado del habla", en forma de vocablos, a las cosas más insignificantes  o pequeñas como si fuesen realmente grandes y viceversa. El inglés B. H. Chamberlain, con palabras muy significativas define al haiku de este modo: "Tragaluz abierto un instante sobre un pequeño hecho natural: resplandor súbito, sonrisa formada a medias, suspiro interrumpido antes de ser oído."

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