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En un haiku es más lo que dice el silencio que las palabras que lo componen. Recuerdo haber escrito no hace mucho tiempo un poema breve que apareció al final de mi Poemario CUANDO EL SILENCIO ES VOZ y, luego de publicado el libro, me di cuenta que ese poema encerraba todo lo que yo sentía, mucho más que en los anteriores. Dice así:
Te invocó mi gesto
desde mi silencio.
No fueron necesarios vocablos rebuscados
y desde la frontera de un poema
lo no dicho fue dicho
simplemente
sin palabras
en el decir más profundo
inmaterial
de lo inhablado.
Sin proponérmelo estaba, en cierto modo, definiendo al haiku. Porque el silencio muchas vecees, nos trasmite lo que no ha sido escrito pero como soplo invisible, late en derredor de nosotros.
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