jueves, 19 de noviembre de 2015

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    Si trasladamos la filosofía Zen a Occidente, podremos comprobar que en nuestra religión cristiana existe cierto paralelismo con aquélla. Nada más que recordar la frase, hermosa frase del Evangelio: "Mirad los lirios del campo..." Por medio de ella el Maestro nos invita a dejarnos llevar de la mano de Dios; someternos a su voluntad para vivir en armonía plena con la naturaleza, con nuestros hermanos y con el Hacedor del Universo. Para obrar así, para aprehender la enseñanza de los lirios o de cualesquiera de las flores silvestres, debemos tener un corazón puro y sencillo, siempre abierto a todo y a todos. En el alma humana que  busca el acercamiento a Dios, debe existir una armonía profunda entre pensamiento y sentimiento y entre éstos y nuestro propio obrar.

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