A mi Marita
Oigo tu risa
fresca y tan cristalina,
tan plena de ternura.
Pero no estás...
Oigo tu piano,
acordes que palpitan
desde hace tiempo.
Pero no estás...
Tu carita me muestra
la humildad de tu vida.
Pero no estás...
Me acerco a tus cenizas
para siempre conmigo.
Pero no estás...
Huelo las azucenas
puras como tu alma.
Pero no estás...
Y me pregunto ahora:
¿Acaso tú viviste?
Si ya no estás...
--- Tu madre