jueves, 19 de noviembre de 2015

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    Ki no Tsurayuki en el año 905 decía: "La poesía japonesa tiene por germen el corazón humano y se desarrolla en innumerables hojas de palabras. Muchas cosas conmueven en esta vida a los hombres; luego tratan de expresar sus sentimientos por medio de imágenes sacadas de lo que ven u oyen."
    Y se  preguntaba: "¿Quién es el hombre que no hace poesía al oír el canto de un ave o el croar de la rana que vive en el agua?"
    Y luego continuaba: "Poesía es aquello que, sin esfuerzo, mueve cielo y tierra y suscita la piedad de los demonios y dioses invisibles; es aquello que endulza los vínculos entre hombres y mujeres y aquello que puede confortar el corazón de los feroces guerreros." Para este autor, "todo decir poético emana del corazón, no de la razón." De ahí la pregunta que se hacía sobre el hombre.
    Ocho siglos más tarde, otro poeta japonés, Otmisura, comparte el pensamiento de Tsurayuki, y escribe:
             ¿Hay, me pregunto,
              un hombre que no tenga la pluma en la mano?
              ¡La luna esta noche!

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