No sé si fuiste sol, viento o marea,
capullo de un adiós en mi nostalgia.
Quizás fuiste una vez barca en la espera
sobre la ardiente arena de mi playa.
Más prendido que nunca a sus creencias,
tu corazón partió con su esperanza.
Yo me quedé aguardando en duermevela
asida a las raíces de mi nada.
Y en mi nada soñé con una estrella
que detrás de los pinos asomaba
con un fulgor distinto cual candela
derramando su luz sobre mi almohada.
Esa luz se adentró en mi conciencia:
Es la Luz de mi Dios que me acompaña,
perfectamente simple, honda y plena
que me anuncia la Vida que no acaba.
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