jueves, 12 de septiembre de 2013

SOLA- Cuando el silencio es voz

Centenarios cipreses venerables y eternos,
enhiestos y en silencio en cada atardecer.
Sólo el arrullo suave de escondidas palomas
en aquel cementerio donde ya no hay después.

Aún huelo el aroma de su hirsuto ramaje
elevándose al cielo en busca de un porqué.
Cada minuto largo destila la ternura
de aquellos ojos claros que ya no puedo ver.

Bajo el verde enlutado de esos árboles viejos,
las lilas de la tarde estremecen mi piel;
en súbito silencio la sangre del ocaso
enturbia la esperanza de otro amanecer.

A solas con mi pena desando mi camino
mientras cae la noche tristemente esta vez.
Mi alma siente frío. Qué sola me he quedado
aguardando un mañana tan feliz como aquél.


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